El tenedor. Crónicas 20Q7

Learning every single day

Tenedor deformado protagonista del microrelato

La frase “nueva normalidad”, acuñada durante la pandemia de la COVID19 en 2020, se había extendido al mundo inanimado. En el 20Q7, la imperfección en los objetos había empezado a ganar adeptos. Uno de los mayores retos en aquel momento era cambiar el aprendizaje adquirido para usar un tenedor.

Muchos ya no recordaban su pasado. Habían transcurrido bastantes siglos desde su primera aparición. En la Antigua Roma, patricios y plebeyos comían con los dedos (de ahí la expresión “chuparse los …”), aunque existía alguna diferencia. El plebeyo comía con los cinco dedos, y el patricio utilizaba solo tres (pulgar, índice y corazón). Ya sabemos que los nobles siempre han sido más refinados; todo es posible cuando eres un privilegiado.

El tenedor no apareció hasta entrada la Edad Media. Su empleo desató polémica entre el clero (¡cómo no!), que afirmó ser un acto contra natura comer con él. Aseguraba que solo los dedos debían utilizarse para llevar a la boca la comida que Dios nos enviaba. La Iglesia hablaba de él como instrumentum diabolio, pues era, sin lugar a dudas, una herramienta del demonio. Cuánto tenemos que agradecer a esta institución, y qué poco lo hacemos.

Pero en el 20Q7, el tenedor deformado revolucionó de nuevo la vida de una sociedad debilitada desde hacía años por el consumo masivo de todo tipo de material online. El efecto “Black Mirror” había contribuido a desatender gravemente los procesos de aprendizaje, disminuyendo notablemente el desarrollo de habilidades cognitivas en las personas. Aumentó la ausencia de pensamiento autocrítico, a la vez que se redujo la iniciativa y la capacidad de respuesta autónoma por el individuo.

En 20Q7, el desarrollo psicomotriz estaba en manos de unos pocos, aquellos que supieron aprovechar los grandes cambios surgidos en 2020 para aprender y desaprender, y de nuevo, volver a aprender. No habían dejado su mente al libre albedrío. Ésto los hacía seres extremadamente superiores, y obtenían los máximos privilegios. Eran los nuevos Patricios del siglo XXI.

No era fácil dominar el tenedor mutado para los plebeyos de 20Q7. Pero si alguno lo conseguía participando en el concurso nacional Nosedive, se transformaba en un elegido, un Patricio. Toda esta transformación en algunos objetos sirvió para desarrollar formas de una sublime belleza imperfecta.

La Iglesia, de nuevo, tuvo que dar su opinión sin que nadie se la pidiera. Para ella era otra aberración más creada por la naturaleza humana. Y algunos ultra-católicos decidieron volver a comer con los tres dedos, como los antiguos patricios.

Si había que involucionar, se hacía con clase.

 

2 comentarios

  1. Sofia dice:

    Me encanta ❤️

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.